No se necesitan escuchar las discusiones interminables de naturaleza contra nutrición para comprender que ambas influencias forman la persona. Sin embargo, hay en efecto una tercera influencia, y es mas fuerte que cualquiera de las otras – el espíritu. Desde luego que la genética limita a la persona físicamente, determinando si pueden ir a las Olimpiadas o resolver complejos puzzles matemáticos, y también determinan en una alto grado cómo reaccionará el cuerpo al estrés o al proceso de crecimiento. El entorno, siendo lo que determina la percepción del niño del mundo alrededor de él, determina a la mas temprana edad que modelos elegirá el niño o como será de reservado o entusiasta. Pero el espíritu está más bajo que esas otras dos voces, y por su orientación y fortaleza determina como será guiada la vida de la persona, la ocupación elegida, los motivos que regirán a la persona, y donde la persona delimita el terreno o si se involucra o no. Por que el espíritu habla al cuerpo tanto como a la mente, su influencia está también sobre la bioquímica del cuerpo humano encarnado, y esto tiene un efecto que es reconocido generalmente. Si el niño esta determinado a ser un atleta de resultados, por ejemplo, habiendo juzgado que escapar de un barrio marginal no es posible sin cierta ayuda, el desarrollo físico mas allá del aportado por la genética puede dar resultado. ¿Cómo es esto posible?.
El espíritu ocupa su propia densidad, una densidad que puede interactuar con la materia en todas las otras densidades. Así como el espíritu se ajusta a sí mismo a la densidad de la encarnación, y se sitúa a sí mismo para comunicarse con el cerebro del humano, para la Conexión Mente/Spiritu, además se sitúa a sí mismo para influir en el cuerpo humano. La genética no es sino química, e influye en el crecimiento y el desarrollo a través de la química. Aunque esto no pueda ser cambiado totalmente o incluso significativamente por la influencia del espíritu, donde la bioquímica pueda afectar el resultado y el espíritu pueda afectar la bioquímica, su influencia puede dejar una marca. En el ejemplo del niño deseando llegar a ser un atleta, la estructura muscular y ósea , altura, estamina, y reflejos, son determinados por la genética. Pero las proezas físicas son determinadas a menudo por la concentración y la energía pura, factores controlados por la bioquímica – hormonas, tales como la adrenalina, enfoque continuo apoyando la química cerebral, y nutrientes libres en el riego sanguíneo accesibles para alimentar el proceso. De esta manera el espíritu transciende las diferencias de densidad, y se hace cargo de la encarnación tanto como sea físicamente posible.
Los doctores ha menudo han informado que un paciente vivirá o morirá dependiendo de su voluntad de vivir. Como esto puede ser atribuido a la Conexión Cuerpo/Mente, la influencia del espíritu en estas materias yace en la base. El alma infunde el cuerpo durante la encarnación, se comunica en muchos niveles y puede puentear las densidades en esta materia. El material del alma no es algo con lo que nosotros los Zetas hayamos experimentado, ¡no se nos permite!. Por tanto, mas allá de la descripción de las propiedades y capacidades de la materia de las almas, no podemos explicar como lo dirige. Pero influencia el cuerpo, para derrotar el dolor y el esfuerzo. Influencia el cerebro, para utilizar esta o aquella parte del cerebro, o para desarrollar canales y conexiones en la materia del cerebro. La voluntad de vivir ha sido bien documentada, derrotando la enfermedad que los médicos estaban seguros que acabaría con la vida. Mucho de esto lo hace el alma, determinada a no finalizar la encarnación. Además el alma puede influir un cuerpo moribundo para irse antes de su hora, si la encarnación desea finalizar. Por tanto, sugerimos a los curiosos acerca de cómo el alma influye en el cuerpo que simplemente observen las muchas claves que hay sobre ello, pues esto es mejor herramienta de lo que nadie pueda explicar.